
Aquí nos desenvolvemos
como regalos que no sorprenden
quitando con delicadeza nuestro papel
tan mundano y conocido
tan usado
tan irremediable
como peces en el agua
como pájaros migrando a casa
como el hielo durmiendo en el mar
Lejos quedan los terrores del silencio
y la soledad enjaulada
en el bosque quedaron los gritos
la fuerza
las ganas
Pasos acelerados a ritmos jadeantes
escriben la partitura del bullicio
do re mil almas perdidas que se acompañan
vidas mecanografiadas en sonatas frenéticas
que se escurren hacia la inmundicia
Aquí resuenan orgullosas las cloacas
Aquí el ruido acompaña
ensordecedor y disonante
como una melodía muda que te envuelve las entrañas
el sonido de la muchedumbre
que te abraza en el destierro
y te quita la mordaza
Aquí el puño ya no está en la boca
ya no sangran las encías
ni las pupilas
ni la inquietud
ni el respirar en la penumbra
Aquí el puño está en los ojos cerrados
en las sombras
en los reflejos
en las camas vacías
en las ausencias
en las patas de los gatos
Aquí nos refugiamos
entre resultados de tomografías computadas
y arte urbano en decadencia
un cobijo para huir del desencanto
un secuestro, al fin y al cabo
Aquí el vacío humano empaña los cristales
de las casas, de los cuerpos, de los supermercados
y en el medio, la risa forzada
la arquitectura
la poesía
y hay algo que respira
en las calles
en las paredes
en los hipotálamos
Hay algo que rebota
contra el cemento
el alquitrán
las superfícies metálicas
y el ruido nos envuelve
nos abriga
y enmudece el horror de la incertidumbre
en mitad de la nada
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